El Museo Reina Sofía dedica una gran exposición a la pintora Maruja Mallo, una de las principales figuras de la Generación del 27 y del arte español del siglo XX.

Maruja Mallo

Maruja Mallo. Máscara y compás: una gran exposición retrospectiva

Maruja Mallo es una de las figu­ras más relevantes del arte español y miembro destacado de la Generación del 27. Con un talento que escapa a cualquier intento de clasificación, en la obra de la artista conviven gran variedad de estilos, influen­cias y técnicas; que van más allá de la dicotomía entre vanguardia o clasicismo.

Vinculada a la Escuela de Vallecas y al Grupo de Arte Constructivo, Maruja Mallo sufrió el trauma de la Guerra Civil y el exilio, pero su obra y su vida siempre estuvieron marcadas por la búsqueda de libertad y el compromiso político.

La exposición retrospectiva Maruja Mallo. Máscara y compás está planteada cronológicamente, y en su recorrido se puede observar la evolución de la artista: desde sus inicios vinculados al realismo mágico y las composiciones de carácter surrealista, hasta los conjuntos geométricos y cósmicos de su última etapa.

El propio título elegido para la exposición, Máscara y compás, destaca dos de las temáticas que más caracterizan la obra de Mallo: la máscara como invoca­ción, cuestionamiento de la identidad y transformación, y el compás como garantía de la armonía y del rigor geométrico que marca toda su producción.

Maruja Mallo

Primeros años y Guerra Civil

La primera etapa creativa de Maruja Mallo se caracteriza por su trabajo sobre el concepto de lo popular, que para ella era «la representación lírica de la fuerza creadora del hombre».

Durante los años 20, las fiestas populares y verbenas se convierten en uno de sus grandes temas. Para ella representan la ocasión de retratar una situación plural y vibrante, en la que diversas culturas, tradiciones y clases sociales se mezclan. Son ejemplos de su ideal democrático en el que se diluyen las diferencias, y criados y burgueses se encuentran en el mismo plano.

Maruja Mallo

A principios de los años 30, Mallo explora el reverso tenebroso del surrealismo, un estilo al que la artista atribuía una «capacidad destructiva».

Durante esa época, el prestigio de Maruja Mallo como artista se consolida: expone en París, donde entra en contacto con Joan Miró, Pablo Picasso y André Breton, trabaja como ilustradora en Revista de Occidente y participa en el proyecto pedagógico de la Segunda República.

Mallo se encuentra en Galicia en 1936, cuando comienza la Guerra Civil. Gracias a la poeta chilena Gabriela Mistral consigue escapar a Portugal y de allí cruza el océano para instalarse en Argentina.

Maruja Mallo

Exilio y retorno

En el exilio, Maruja Mallo inicia una etapa marcada por su profundo compromiso político. Sus piezas de la época se caracterizan por un intenso respeto por la mujer trabajadora. Retratos de carácter casi estuario, dotados de gran armonía, que celebran la fuerza del trabajo manual.

Su interés en el cuerpo femenino y su dimensión simbólica y mítica marca un nuevo punto de inflexión en la producción de la artista durante los años 40 y 50.

Maruja Mallo

Durante estos años, Mallo explora la geometría y las proporciones, así como espacio-tiempo en el cuadro, mediante la rota­ción de las figuras, la presencia de las sombras o la traslación de los planos.

Mallo juega con la simbio­sis entre forma humana y vegetal o animal, y persigue la unión entre naturaleza y arte. En esta fase, Maruja Mallo también inicia su serie Máscaras, en la que investiga sobre la identidad y la independencia personal.

Maruja Mallo

A finales de los 60, antes de su retorno a España, Mallo pres­cinde de figuras humanas o naturales en su obra, centrándose en lo geométrico y espacial. La unión entre lo humano, lo natural, lo animal y lo divino se combina en las figuras geométricas creadas por Mallo, hasta borrar cualquier diferencia cultural, social o política.

Tras su vuelta a España y durante sus últimos años, Mallo vive la contradicción de ser una figura pública en los años de la Transición y su reclusión y silencio en la década de 1980.

En el treinta aniversario de su fallecimiento, el Museo Reina Sofía rinde homenaje a la artista con la exposición Maruja Mallo. Máscara y compás, que pone de manifiesto la vigen­cia del pensamiento estético y político de la artista.

Maruja Mallo, además, representa a la mujer moderna, activa, libre y profesional. Una artista visionaria que logró reflejar las preocupaciones de su época y anticiparse a muchas de las actuales.